domingo, 27 de mayo de 2018

El silencio, la industria del espíritu y el ocaso de las religiones

La Facultad de Humanidades de Mondragon Unibertsitatea organizó una jornada sobre la importancia del silencio en el desarrollo humano el pasado día 25 de mayo.Un lujo de jornada.

Al menos así lo viví yo por varios motivos. Con lujo existencial. No solo por encontrarme con antiguos compañeros y por la enorme calidad de los ponentes. También por el agradable ambiente de escucha tranquila y percepción de serenidad que no sentía desde hace mucho asistiendo a un evento de estas características. En un ambiente tan serio en lo profesional como distendido y amable en lo personal.

Es evidente que no era un tema del todo racional y que los pocos tecnicismos que se permitieron los invitados, entiendo que por generosidad con el público, apelaban a campos de conocimiento que desgraciadamente se mueven en universos paralelos al del mundo laboral rutinario, en gran medida industrial, en el que habitamos a diario una gran parte de nosotros.

Pero creo que a nadie nos fue ajena la interpelación a conciliar estos dos mundos que todos los ponentes expresaron con una enorme sensatez y convencimiento. No sin alertar sobre los cantos de sirena de los "silencios tirita" (Teresa Guardans) que actualmente nos ofrece actualmente el "mercado del espíritu". Vino al caso comentar el artículo de Jordi Soler:


Me trajo a la memoria por contraste complementario el reciente post de José Arregi: El espíritu y el ocaso de las religiones, al tiempo que me resonaban otras recientes lecturas en modo cascada; por una parte la obra de Byung-Chul Han, bastante de moda actualmente en sus escritos, en particular sobre la Agonía del Eros, la Sociedad del Cansancio,... Dejo un vídeo esquemático que expone parte de su pensamiento y que me retrae a su vez en ciertos momentos a este otro artículo también de lectura más que recomendable de Juan Gorostidi sobre la "autoexplotación deportiva"



Por otra parte y para terminar volviendo al tema concreto de la jornada "El silencio", el libro con este mismo título de David Le Breton (El silencio. Aproximaciones).

"Cada vez resulta más difícil entender este mundo que la interminable proliferación de discursos intenta explicar. La palabra que difunde la multitud de medios de comunicación carece de relieve, diluida como está en su propia saturación. Impera a la postre una suerte de melancolía del comunicador, obligado a reiterar un mensaje inconducente, esperando que algún día algún mensaje llegue a tener alguna resonancia. Cuanto más se extiende la comunicación más intensa se hace la aspiración a callarse, aunque sea por un instante, a fin de escuchar el pálpito de las cosas o para reaccionar ante el dolor de un acontecimiento, antes que otro venga a relegarlo, y luego otro, y otro más... en una especie de anulación del pensamiento en un torrente de emociones familiares cuya insistente evanescencia aporta sin duda consuelo, pero acaba ensombreciendo el valor de una palabra que condena al olvido todo lo que enuncia. La saturación de la palabra lleva a la fascinación por el silencio."

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